Las claves de la renovación de Pep Guardiola


“To be or not to be: that is the question”. Guardiola será o no será, renovará, o tal vez no, ahora mismo ni él mismo lo sabe. Es una decisión que amerita ser meditada al detalle. El continuar al frente de un trasatlántico como el Barça debiera ser valorado sin presiones y calibrando en su conjunto todos los elementos en liza. Guardiola es hoy una variante contemporánea del príncipe danés atormentado sobre el que escribió Shakespeare. No es para menos.


En los cuatro años al frente del banquillo culé, se ha consolidado como el mejor entrenador que el club podía tener, hasta el punto que ahora mismo no solo es alineador, psicólogo y estratega, es sin duda la imagen y el mejor embajador del club, de su club, con el desgaste intrínseco que ello acarrea. No es un entrenador al uso, es el referente de millones de barcelonistas y esa es una responsabilidad que pesa y pasa factura.

Guardiola siempre ha sido alguien comprometido con lo que hace, lo hizo en el campo durante años y lo hace hoy en los banquillos. Nunca engañó a nadie, dijo que cuando no estuviera motivado al 100% o el contexto no ayudara lo dejaría. Es justamente eso lo que está valorando y el motivo por el cual pide una prórroga. Ser o no ser, esa es la cuestión.

EL “FEELING” CON LOS DE ARRIBA



La relación de Guardiola con Rosell y la junta directiva no es mala tal y como se pregona en diversos medios. ¿Podría ser mejor? sin duda, todo en esta vida es susceptible de mejorar. Es vox populi que algunos miembros o asesores de la actual junta directiva no abogaban por Guardiola hace cuatro años, como público es el hecho que el manido feeling que había con Laporta-Txiqui no es el mismo que el existente actualmente con Rosell-Zubizarreta. Pese a todo, es un tema más secundario de lo que pudiera parecer en un inicio. Al fin y al cabo, tanto directiva como entrenador saben que es el segundo quien gobierna, toda vez que trece títulos y el respaldo del socio-aficionado así lo han convenido.

HAMBRE DE VESTUARIO

La motivación de los futbolistas en la victoria es un tema complejo. Al final son ellos los que te encumbran y los que te dejan a los pies de los caballos. Siempre fue así y así seguirá siendo. Guardiola siempre le ha dado una importancia capital al hecho de seguir manteniendo el nivel competitivo sin mirar el palmarés ni los éxitos cosechados. La temida autocomplacencia es el principal mal de un equipo que viene de ganar. El último año de Rijkaard, el Madrid post-galáctico o la actual autodestrucción del Inter son buenos ejemplos. Si Pep ve cualquier conato de conformismo en el vestuario culé lo dejará. Sabe que no existe autopista más rápida hacia el fracaso que el que tus futbolistas pierdan la motivación. Visto lo visto ayer ante el Valencia no parece un problema, por ahora.

EL MORDISCO DEL ENTORNO

Guardiola vivió y sufrió el entorno culé como futbolista. Sabe que es una bestia irascible que en su versión más hardcore y enquistada es capaz de fulminar ideas, proyectos, presidentes, entrenadores y futbolistas. El entorno en Barcelona es un ente con personalidad que está arraigado, un poltergeist que una vez es invocado se torna incontrolable. De momento lo ha conseguido minimizar en estos cuatro años merced a un discurso excelso y unos resultados deportivos fantásticos. Ahora bien, sabe que la bestia morderá la mano que le da de comer en el momento que el ciclo exitoso finalice o sencillamente mengue. Guardiola no teme al entorno, pero sabe cual es su poder y no quiere jugar con él.

NUEVOS RETOS



Aunque el de Santpedor da el perfil de entrenador de club, y la gran masa social firmaría porque Guardiola fuera el Sir Alex Ferguson del Barça, lo cierto es que el mister ha dado a entender muchas veces que su estancia en el banquillo azulgrana tenía fecha de caducidad. Es una persona joven, con inquietudes, parecería lógico pues que quisiera probar nuevas experiencias. Ya lo hizo como futbolista y es muy probable que algún día no muy lejano lo veamos entrenando en Italia o Inglaterra. Él necesita testarse en otro escenario, con otras piezas y otras motivaciones. Estoy casi convencido que el día que deje el Barça se tomará al menos un año sabático, pero también creo que buscará conseguir nuevos retos en otros países.

CUESTIONES PERSONALES

La listo en último lugar, pero seguramente sean las más importantes de todas. A veces nos olvidamos que hablamos de una persona, con esposa e hijas. Guardiola adora lo que hace y vive de forma intensa su profesión. La disfruta y la padece. El nivel de estrés que se alcanza en un equipo como el Barça es alto, muy alto y entiendo que la tentación de desconectar un tiempo y volver a la paz del hogar, ajeno al ajetreo de los aeropuertos y las ruedas de prensa tiene que ser ciertamente estimulante. Además, el vivir de cerca las desgracias de Abidal y Tito Vilanova le ha tenido que afectar y hacer ponderar cuestiones personales que se nos escapan. El trabajo dignifica, cierto, pero el estrés es contraproducente y la responsabilidad y el desgaste en un banquillo caliente como el del Barça son altos, muy altos.

Pep necesita tiempo para decidir y convendremos todos que se ha ganado el derecho a tener un cheque en blanco en lo temporal. Es lo mínimo que se le puede ofrecer por los servicios prestados. “Sea o no sea” el Barça seguirá. Adopte la decisión que adopte será la mejor para el club y la mejor para él. Es su vida y él decide, a veces lo olvidamos. Todos somos Hamlet.
Por www.futbolprimera.es