Así se filtraron (e improvisaron) las «cuentas secretas» del extesorero Bárcenas


Así se filtraron (e improvisaron) las «cuentas secretas» del extesorero Bárcenas

Los famosos «papeles de Bárcenas» son solo unas fotocopias de unos documentos que un abogado, Jorge Trías, amigo del extesorero, entregó al asesor legal de un periódico. Ni grandes asuntos de Estado ni «documentos» que comprometen al Gobierno de España ni el caso másgrave de corrupción de nuestro país. Entre el 28 y el 30 de enero de 2013, Jorge Trías Sagnier (Barcelona, 1948), entregó a Gerardo Viadaabogado del diario «El País», unos papeles fotocopiados de los que ahora se conoce, por primera vez, su precario e improvisado origen.
Así se desprende de un documento, atribuido por distintas fuentes al que fue diputado popular en la legislatura 1996-2000, y que obra en poder de ABC. Se trata de once cuartillas bajo el título «El espíritu de la corrupción» en las que el letrado detalla cómo y cuándo llegaron a sus manos los asientos contables y el procedimiento que siguió para que su publicación, tal y como buscaba según su propia confesión, convulsionara la política nacional: «¿A ver si tengo guardado —escribe Trías—, sin haberme dado cuenta, el cuerpo de un delito que puede afectar a la estructura del Estado y a la estabilidad de nuestra democracia?». Es el comienzo de una rocambolesca historia cuyos sorprendentes perfiles salen ahora a la luz.
Curiosamente, la grandilocuencia con que se anticipan los posibles efectos de la filtración corre en paralelo al empeño del mismo autor por desmontar la veracidad de los mismos toda vez que detalla sin mayor pudor la improvisación con que se actuó en aquellos días. Así, relata cómo el extesorero le enseñó unos documentos en 2010, cuando más molesto estaba con el PP porque la Justicia había imputado a su mujer («en momentos de angustia vital», lo califica Trías), los fotocopió y, tras recibir múltiples críticas por señalar sin pruebas en la Prensa a sus excompañeros de partido, entregó los documentos al asesor jurídico de «El País».
Trías, en un puntilloso relato propio de quien va a convertir en carne editorial su trayectoria política, responde en el documento que posee ABC a la pregunta que todos los actores de este enredo, incluido el fiscal Anticorrupción ante el que compareció el 6 de febrero, se habían hecho: ¿Poseía Trías las fotocopias de los apuntes que publicó «El País»? De ser así, ¿quién se los entregó y a quién entregó él las cuentas? Pues he aquí la respuesta, escrita en primera persona por el propio Trías: «Decidí mirar aquellos papeles que tenía guardados en la caja fuerte, que me había enseñado Bárcenas y de los que había sacado algunas fotocopias». Y prosigue: «Yo no podía destruir esos documentos, pero no sabía qué hacer con ellos. Tampoco podía llevárselos al juez de instrucción número 5 de la Audiencia Nacional, Ruz... No sabía qué hacer. Pero al cabo de un rato se me encendió la luz. Ya estaba: Gerardo Viada, el abogado de “El País”».

El intermediario

El sorprendente relato, salpicado de consideraciones personales sobre los gustos gastronómicos del autor —«me serví un whisky “lagovuline”, con solo un cubito de hielo, pues me gusta ese sabor final de madera de roble que tiene, y me puse a leer los papeles...»— está lleno de especulaciones sin que en ningún momento sea capaz de sostener que se trate en absoluto de la contabilidad B del PP ni mucho menos el refugio de pagos irregulares a la cúpula del partido.
El letrado destapa meridianamente sus intenciones al depositar en manos del abogado de «El País» la gran «revelación»: reconoce queera «una forma indirecta» de hacer llegar esa documentación al periódico sin dárselo a un informador. Antes de su última y sonada maniobra, Trías barajó tres opciones para hacer pública su «gran exclusiva». Primero pensó en la Fiscalía General del Estado pero, reconoce, «yo no había calibrado la trascendencia de esos papeles, mejor dicho, de esas fotocopias. Pues los originales no los había visto nunca y Bárcenas siempre me aseguró que los tenía Álvaro Lapuerta».
La segunda de las alternativas, relata el autor, era dárselos directamente a un periodista de «El País» «que ya me había mostrado en alguna ocasión su interés por que le enseñase esos papeles, que Bárcenas se lo había comentado, para estrechar una buena relación y que le dejasen en paz». En este extremo, el que fuera diputado popular se extiende sobre las relaciones de su amigo Bárcenas con otro periódico, «El Mundo»: «Bárcenas ya tenía bastante con “El Mundo”, Pedro J. y Abadillo que, según afirmaban en cualquier ocasión que les fuese propicia, comían en la fuente de María Dolores de Cospedal, la cual Bárcenas no sabía por qué oscura razón, le odiaba tanto». También desechó esta opción. El tercero de los escenarios era «llevárselos al juez titular del juzgado de instrucción número 5 de la Audiencia Nacional, Ruz». Finalmente lo descartó porque «podría pensar que era una maniobra de distracción de Bárcenas o de alguien».

Una fría amistad

Pero todo comienza el 20 de enero de 2013 (todavía faltan once días para que salga a la luz la controvertida contabilidad «apócrifa») y Trías se dirige a Barcelona, según su relato, para visitar a su hermano enfermo. «A la altura de Calatayud recibí una nueva llamada de “El País”, para pedirme otra vez mi opinión sobre lo que venía publicándose sobre la fortuna oculta de Luis en Suiza». El autor del documento recala aquí en un territorio más personal: su amistad con su antaño compañero de batallas legales se había enfriado —«últimamente no nos veíamos con la asiduidad de otros tiempos»—, por lo que le contestó al periodista que «no quería opinar sobre ese tema».
No obstante, Trías echa la memoria atrás para concluir que «aunque Luis nos había contado a los que éramos sus amigos que él gestionaba un fondo que pertenecía a diversas personas... había algo que no me cuadraba». Y tanto. Las dudas parecen atenazar y amenazar una vieja relación. Tanto es así, que la primera negativa al periodista que le solicita una impresión a vuela pluma, según el texto que desmenuza ABC, se convierte finalmente en una respuesta afirmativa en forma de artículo que Trías publica el 21 de enero. «Abrí el iPad y pensé —escribe— a ver si me sale algo que merezca la pena y se lo envío a “El País”. En una media hora había terminado un texto que al releerlo me gustó, pues reflejaba con bastante exactitud lo que quería recordar». Se refiere Trías al artículo «¿Sombras o certezas?», en el que su autor denuncia, sin aportar pruebas, la existencia de sobresueldos en el PP. Es el comienzo de una escalada informativa que llevaría al que fue letrado de Garzón a entregar, según el relato que se le atribuye, las fotocopias de los polémicos papeles al abogado de «El País».
Una secuencia que demuestra la improvisación con que se manejaron algunos protagonistas de la famosa revelación. Trías hilvana su memoria política con circunstancias de carácter personal, como la enfermedad y muerte de su hermano, el filósofo Eugenio Trías. Aquel artículo, se lamenta el abogado catalán, lo «habían» convertido en noticia. «Cuando vi el periódico no daba crédito a lo que leía. En gran titular, en la portada, el diario daba como noticia exclusiva “El exdiputado del PP, etc, etc.”. Mi teléfono no dejaba de sonar». Tuvo, según rememora, que apagar el fuego que había levantado su artículo concediendo una entrevista (22 de enero) en el mismo medio. Tan solo faltan nueve días para que las fotocopias salgan a la luz.
«Empezaron los comentarios radiofónicos y televisivos contra mí —asegura—, nadie entendía por qué había dado ese movimiento,unos especulan con el resentimiento, otros con la envidia». Y recuerda que, en el capítulo de las lisonjas, recibió cuatro llamadas tras intentar poner contra las cuerdas al que había sido su partido. Dos que parece no querer identificar: «Un portavoz de Parlamento autonómico del PP y una exdiputada asturiana de mi quinta». Y añade en el documento que hubo dos socialistas que también compartían sus tesis: «Me llamaron Alfonso Guerra y Marugán, adjunto al Defensor del Pueblo, con el que había coincidido en la Comisión para la Reforma de la Financiación de Partidos Políticos». Este último, remacha Trías, «estaba citado positivamente en mi artículo».
Y llega la gran filtración. Capítulo aparte merece la descripción que el que fue defensor de Bárcenas hace del abogado Viada, a quien finalmente entregó las fotocopias: «Era un caballero. Cuando me hice cargo de la defensa de Gómez de Liaño, como codefensor, en ese asunto que tuve enfrente al grupo Prisa en la época de su máximo poderío, Gerardo [Viada] fue deferente conmigo. Para ser más exacto, él y Horacio Oliva, el otro caballero del Foro». Quien pasó por dar, con su filtración, el gran aldabonazo a España, culmina su relato con un recuerdo familiar: «En mi casa, al mismo tiempo que la política estuvo siempre presente, había un tema tabú, que era criticar o insultar a Franco».

Versión de Trías

Tras varios días de llamadas infructuosas, ABC pudo ayer recabar la opinión verbal de Jorge Trías. El abogado reconoció el escrito como propio, pero advirtió: «Si se publica sin mi autorización, esto acaba en los tribunales». ABC considera que dada la trascendencia del documento, y toda vez que accedió a él desde dos fuentes diferentes, el deber del diario es publicarlo ante el debate de interés público que ha suscitado el caso.

Por www.abc.es