El Mirandés de los milagros. Porque que bonito puede ser el fútbol.

El fútbol es grande. Sólo en este deporte el pequeño se come al grande como se comió el Mirandés al Espanyol. Sonaban los cohetes en la noche de una ciudad deprimida, como muchas, por la crisis económica, pero que se levanta feliz. Pablo Infante, la referencia del equipo burgalés, salió a hombros, entre miles de seguidores de su equipo, que invadieron el campo en una fiesta que se prolongó por las calles de la ciudad.
El Mirandés ganó por 2-1 a un Espanyol que se fue empequeñeciendo a medida que pasaban los minutos. El equipo burgalés ya mereció un resultado mejor en Barcelona, pero un arbitraje inepto lo impidió. En la vuelta, Pouso y sus hombres consiguieron la proeza y son primera página en toda la prensa. De hecho, sólo la extraordinaria movilidad del eslovaco Weiss le dio aire al Espanyol. El jugador cedido por el City oxigenó a su equipo y le dio ventaja en el marcador nada más comenzar la segunda parte. Una acción por la derecha la culminó con un disparo que Nauzet desvió con apuros. El rechace le llegó a Baena, que puso la pelota para Rui Fonte . Su disparo se fue a la red. Pero no desistió el Mirandés pese al golpe moral que suponía el gol después de una primera parte que dominó con escasa mordiente. Su referente moral, Pablo Infante, agarró el timón. Pegado a la banda derecha encontró pocos espacios, pero una vez se fue al centro y empató el partido de un disparo seco que tropezó en un defensa y superó a Casilla. Infante es el faro del Mirandés y Pochettino lo entendió enseguida. Fue el hombre más vigilado del equipo local. Un honor, en definitiva, para un futbolista de Segunda División B. El Espanyol perdió el control en ese momento y replegó filas para aguantar el temporal. Sólo cuando salió Verdú y se retiró Romaric recuperó la pausa. Fue también cuando Infante recibió una tarascada sin castigo que le dejó en 'stand by' durante algunos minutos. Se recuperó para la recta final, cuando su equipo no tenía nada que perder. Cuando el Espanyol empezó a defenderse como gato panza arriba y a sus jugadores les dolía hasta el astrágalo de tanto defender y defender. Fueron minutos de angustia para el equipo de Primera porque Pouso ordenó zafarrancho de combate. Lambarri , en el minuto 90, tuvo la ocasión de hacer historia con un disparo que detuvo Casilla, pero fue el exjugador del Athletic y del Sevilla, César, el que, en plancha, tras el saque de una falta que ejecutó –otra vez– Infante, el que llevó al Mirandés a la gloria.
El fútbol es grande, muy grande, y a veces regala estas cosas.
Por www.elmundo.es