El adicto al sexo que quiere gobernar Gran Bretaña


¿Puede un sexoadicto gobernar Gran Bretaña? Conociendo el comportamiento de los tabloides, Boris Johnson parece una pieza muy fácil. Los tabloides son esos periódicos sensacionalistas que han acabado con la carrera de decenas de políticos tras pillarles con prostitutas, con gigolós, con menores, vestidos de lagarterana o masturbándose con particulares técnicas. Pero los británicos no castigan en las urnas a los representantes públicos que disfrutan de extrañas aficiones sexuales, sino a aquellos que mienten. Y en ese sentido, el alcalde de Londres nunca ha engañado a nadie. A Boris Johnson le encanta el sexo y lo proclama a los cuatro vientos. Las londinenses lo corroboran.


Johnson se enfrenta el 3 de mayo al mayor reto político de su vida. En un duelo épico, se verá las caras con Ken Livingstone en la pugna por la alcaldía de Londres. Ken 'el Rojo' es una figura mítica del laborismo más izquierdista, un tipo que en España militaría en Izquierda Unida. A su vez, Boris Johnson, que le arrebató el cargo en el 2008, es un verso suelto en el Partido Conservador, un liberal radical que lleva el pelo alborotado, que se mueve por la ciudad en bici y que se burla de sus compañeros más pijos.

A ojos de los votantes, Johnson rezuma naturalidad y sinceridad frente al elitismo y atildamiento del primer ministro, David Cameron. Johnson y Cameron se odian cordialmente. El alcalde de Londres actúa como oposición de facto del Gobierno, dejando muchas veces corto al líder laborista, Ed Miliband. Nadie niega que el objetivo final de Johnson es convertirse en primer ministro y para eso, primero debe quitarse de en medio a su compañero de partido. Los disturbios callejeros del pasado verano supusieron el momento más difícil de la relación entre los dos representantes conservadores. Mientras Cameron hacía hincapié en la necesidad de reducir el número de policías para frenar el déficit, Johnson advertía, con palabras muy gruesas, de los peligros de sacar de la calle a los agentes.

Pero entre ellos, no todas las diferencias son políticas. Cameron pertenece al 'establishment' y vive como un miembro del 'establishment': sabe que hay ciertas cosas que nunca debe hacer; Boris, en cambio, es un 'outsider' al que le gusta actuar a golpe de genialidad. El periodista Andrew Gimson, autor de una biografía sobre Boris Johnson, afirma: "Cameron cree en el orden; Boris cree en la libertad. Boris cree que Cameron es bastante limitado; Cameron considera a Boris como un hombre de dudosa reputación".

En eso puede que el primer ministro lleve razón. Pese a estar casado con Marina Wheeler desde hace 16 años, y pese a que confiesa con sinceridad que su esposa y él se adoran, las andanzas sexuales de Boris Johnson son la comidilla de la City. "Conozco muchas mujeres que han tenido sexo con él. Es un loco del sexo", relata una de sus innumerables amantes. "Por primera vez desde la caída del Imperio Romano, se puede hablar de que las relaciones fuera del matrimonio son la suprema recreación de la sociedad civilizada", asegura Johnson. Palabra del alcalde de Londres.

Por www.abc.es