Así viven los millonarios en Londres (antes del divorcio)

El juicio por fraude contra dos asistentas de la estrella televisiva Nigella Lawson y el marchante Charles Saatchi abre una ventana al inalcanzable tren de vida de la elite londinense

«Déjenme hablarles de los muy ricos, son diferentes a ustedes y a mi, poseen y disfrutan [de las cosas] antes, y les provoca algo; les hace blandos donde nosotros somos duros y les hace cínicos donde nosotros confiamos de una manera que, a no ser que hayas nacido rico, es muy difícil de entender»”. Así escribía F. Scott Fitsgerald en su relato «El niño rico». El juicio estos días en Londres contra dos asistentes personales de Nigella Lawson y su exmarido, el millonario publicistaCharles Saatchi, ha abierto de par en par una ventana hacia el trepidante y oneroso tren de vida que la pareja llevó durante diez años de matrimonio, antes de su separación este verano, y el consiguiente circo mediático y judicial.
Sus vidas estaban diluidas en un complejo entramado humano y económico formado por una legión de asistentes, cuidadoras y personal doméstico. El de Lawson y Saatchi, casados en 2003, se autodenomina como «equipo cupcake», en referencia al papel televisivo de «diosa» de la cocina de la periodista. Elisabetta Grillo entró hace 14 como cuidadora de los dos hijos de Lawson con su primer marido, John Diamond, fallecido de cáncer en 2001. Lo veía todo. «Lisa» ha declarado cómo solía encontrar cocaína en el baño, sin decir nada a su jefa. Y cómo esta guardaba pastillas para dormir y antidepresivos en la mesilla de noche. Está acusada por Saatchi de gastar, a cambio de su silencio, 125.000 euros en gastos personales no autorizados con la tarjeta de crédito de la pareja entre 2008 y 2012.
Su hermana Francesca, que entró como empleada doméstica en 2003, está acusada de malgastar, por su parte, 680.000 euros en viajes de fin de semana a Nueva York, hoteles de lujo y ropa de Chanel, Vuitton o Miu Miu. La sudafricana Anzelle Wasserman entró como tutora de Cosima, la hija de Lawson, en 2004. Ahora se describe ahora como asistente personal principal. Las demás le llamaban «la zorra». Tenía el código de la caja y manejaba una tarjeta de débito y dos de crédito, una con cargo a la empresa de Lawson y otra de Conarco, la sociedad de Saatchi. Una vez, este le ordenó gastar 6.500 euros en jerseys de cachemira para su entonces esposa. «Quería que tuviera uno de cada color, en dos estilos diferentes», explicaba Wasserman al jurado esta semana.
Pagó 12.000 euros de un solo golpe para adquirir paquetes VIP en el festival de Glastonbury para los dos niños, Cosima (18 años), y Bruno (16). Y unos 65.000 euros en ropa de Donna Karan para Lawson en los últimos años. La «nanny» Wasserman describe gastos de 30.000 euros en flores en solo 18 meses, una cantidad de lo más razonable si se compara con los 350.000 euros en veinte meses que Elton John dijo haber gastado hace trece años (cuando su propia vida privada quedó expuesta en otro proceso judicial). «La vida doméstica es externalizada, y lo íntimo se convierte en corporativo», explica Helen Rumbelow, especialista de «The Times».

Dos fiestas de 22.000 euros

Alice Binks se incorporó en 2010 al «equipo cupcake». Se ocupa de la presencia en redes sociales de Lawson pero, como el resto del personal, ayuda con el cuidado de los hijos, que uno se imagina siempre rodeados de gente, y permanentemente desatendidos. Salvo en ocasiones especiales. Para el 18 cumpleaños de Cosima el año pasado, Binks gastó a crédito 22.000 euros en dos fiestas en el hotel Ritz y en Shoreditch House, un exclusivo club privado del este de Londres. En total, se estima que entre el equipo de asistentes y la propia Lawson gastaban con permiso unos 1,4 millones de euros al año a cargo de las tarjetas de créditos de Saatchi.
Zoe Wales, la asistente editorial y documentalista para los «best-seller» de cocina de la periodista convertida en «celebrity», manejaba hasta cuatro tarjetas de crédito diferentes. Wasserman nunca se cortaba el pelo sino era a cargo de sus jefes. A Wales, que instaló a su propio bebé un tiempo en la mansión de ocho millones de la pareja, le pagaban hasta los pañales. Las Grillo niegan el fraude. Se consideraban «parte de la familia». Y es que su papel no tiene precio. LaactrizGwyneth Paltrow ofreció en su día un sueldo de 75.000 euros anuales para el tutor de sus hijos, con la condición de que supiera japonés y jugar al ajedrez. Una trabajadora doméstica interna cobra a partir de 500 libras por semana, unos 2.400 euros al mes.
Por si no fuera suficiente con tanto personal, a la residencia principal de la pareja en Belgravia –calificada como una «jaula de oro» por Elisabetta Grillo- se acercaba también un «coach personal» para Lawson, especializado en «fuerzas ocultas». No han trascendido choques de personalidad de este con Saatchi, cuyos gritos han descrito varias de las asistentes de la pareja en el juicio en curso. A este elevadísimo nivel de gasto se suma la obsesión, comprensible dado el jaleo en casa, con los viajes. Fueron al menos 18 vacaciones en tres años y medio, según las veces que les acompañó Francesca Grillo. Siete viajes ocurrieron en 2008, con destinos como Nueva York, Los Angeles, Capri, Toscana, o la Riviera francesa, o a París con Cosima y doce amigas.Acusada el viernes de haber comprado tabaco para los niños en un viaje a Nueva York, Grillo contestó: “«Y por qué no, si Nigella les dejaba fumar marihuana».