De profesión, espía: lo que pueden saber de nuestra intimidad sin que nos enteremos


De profesión, espía: lo que pueden saber de nuestra intimidad sin que nos enteremos

La tecnología nos da muchas facilidades, pero también abre puertas a que nuestra vida privada quede en manos de personas carentes de ética

La idea que se nos viene a la cabeza al hablar de un espía es enigmática. Una gabardina, un sombrero de ala ancha, ojeras, café y humo de tabaco podría ser la imagen estereotipada de un detective privado. El espía propiamente dicho tendría una apariencia más normal, que haría imposible distinguir a esa persona de un ciudadano normal, o, llevado al extremo, un James Bond rodeado de lujo, glamour y mujeres.
La realidad es bien distinta, aunque sí se puede mantener esa distinción entre detective privado, que se encarga de realizar investigaciones por encargo de una de las partes, con un cierto carácter probatorio. Y el espía dedicado a materia industrial o política, cuyo trabajo se encuentra en muchas ocasiones «bordeando los límites de la ley, o incluso superándolos».
Es la definición que nos hace Antonio Durán, gerente de «La tienda del espía», y durante más de una veintena de años dedicado a las labores de investigación privada.
En vista de los últimos acontecimientos que hemos conocido a través de los medios de comunicación, con filtraciones de supuestos papeles, o grabaciones de conversaciones privadas entre formaciones políticas, Antonio no duda a la hora de afirmar que tanto en el ámbito personal como en el profesional «hemos descuidado mucho la protección de nuestro entorno».
Nuestra familia, nuestra intimidad, nuestra empresa, son fácil objetivo de quienes desean enterarse de todo cuanto nos rodea con fines más o menos ilícitos. Es más, Antonio Durán asegura que «nos sorprenderíamos por el número y la tipología de las investigaciones que se encargan todas las semanas».
La tecnología puede ser nuestra aliada, pero también nuestro peor enemigo. Y por eso «todos deberíamos de ser un poco más conscientes de lo mínimo que deberíamos de proteger».
Es cierto que los detectives privados deben de seguir un código deontológico, y hay límites que no se deben sobrepasar. Pero «cuando hay dinero de por medio los límites se pueden traspasar fácilmente». Alguno de esos límites se ha pasado en los temas más recurrentes de los medios de comunicación, como las escuchas telefónicas denunciadas por la Presidenta del PP de Cataluña, Alicia Sánchez Camacho. Preguntado por el tema, Antonio Durán reconoce que en este asunto «ha sido una investigación chapucera», porque «una agencia de detectives no puede demostrar falta de respeto al cliente con filtraciones o difusión pública de sus investigaciones».
Además, en el caso de una intervención telefónica existe una legislación que hay que respetar. Por ejemplo, nos cuenta «yo puedo grabar la conversación telefónica que estoy manteniendo contigo, porque soy una de las partes implicadas. Pero la cosa cambia a la hora de dar difusióna esta conversación, o si he grabado la conversación telefónica, por ejemplo, entre dos de los socios de mi empresa».

Lo más demandado

En el ámbito empresarial, si hablamos de espionaje, lo más habitual es que soliciten investigaciones sobre «cuestiones legales de empresas de la competencia, para saber si están cometiendo alguna posible ilegalidad o irregularidad».
Pero también en nuestro entorno más cercano cada vez existe más demanda en temas de infidelidades, y, en la actualidad, para saber «qué es lo que hacen nuestros hijos cuando no estamos, o qué conversaciones mantienen por teléfono o a través de las redes sociales».
Y a día de hoy todo es posible. Existen en el mercado diferentes dispositivos que nos permiten escuchar en tiempo real las conversaciones entre teléfonos móviles. «Cuanto más modernos sea el teléfono que compremos a nuestros hijos más posibilidades tenemos de controlarlos, porque disponemos de programas espías que lo hacen posible». Eso sí, hay que tener en cuenta que este tipo de escuchas» a nuestros propios hijos solo las podemos realizar de forma legalmientras que son menores de edad.
Otro de los «gadgets» más demandados son los que permiten oír, ver y grabar. «Tenemos una amplia gama de dispositivos que podemos instalar con facilidad, por ejemplo, en un coche, y así enterarnos de las conversaciones que se mantienen en él».

Contraespionaje

Por eso Antonio Durán recomienda adoptar una serie de precauciones básicas, especialmente si somos empresarios, abogados o asesores. Para ellos está preparando un curso básico en el que se incluyen recomendaciones como el escaneado periódico de la oficina, para detectar posibles escuchas, el vigilar la documentación y la papelera, e incluso el ordenador, en el que puede haber instalado algún tipo de software que «permita a alguien saber lo que hacemos en cada momento». Y respecto a la telefonía móvil, al igual que existen dispositivos para interferir o escuchar nuestras comunicaciones, también cabe la posibilidad de hacerse con un terminal encriptado, que codifica las conversaciones y evita que sean escuchadas por los «más curiosos».
En el curso que nos avanza Antonio Durán «profesionales de las diferentes disciplinas impartirán una base de conocimientos sobre las diferentes técnicas de investigación sobre personas, empresas o instituciones, los conocimientos necesarios sobre la utilización de aparatos electrónicos, su detección y bloqueo de los mismos, bien electrónicamente bien físicamente». .
En realidad este cursillo es equivalente al de un detective privado paro para evitar ser espiado o investigado tanto a nivel personal como profesional.

Por www.abc.es