Ocurrió en Brasil, Gilberto Araújo de 41 años, se le dio por muerto en un tiroteo, cuando sus familiares fueron al depósito de cadáveres para ver su cuerpo le pudieron reconocer.
Lo que no sabían los familiares era que se habían confundido, que el cadáver que habían identificado no era el de su hijo, sino el de un vagabundo que se le parecía mucho. Gilberto, no pasaba por su casa materna desde hacia varios meses, se enteró de la confusión cuando se encontró con un amigo que le avisó que se estaba celebrando su funeral.
“Un amigo me dijo que había un féretro y que yo estaba dentro. Entonces le dije, pero si yo estoy vivo, ¡pellízcame!” relató Gilberto. Intentó contactar por teléfono con su madre para avisar, pero la persona que respondió no creyó ni una palabra, pensando que se trataba de una broma macabra. Decidió entonces acudir personalmente a su propio funeral.
Al presentarse allí la sorpresa fue monumental para todos los asistentes, tanto que muchos se desmayaron y otros incluso salieron corriendo. "Hubo un gran susto, algunas niñas se cayeron, se desmayaron. La gente salió corriendo, la calle se llenó de motos y de coches", contó una vecina a la televisión.
Marina Santana, su madre, afirmó que se sintió fenomenal al ver a su hijo en el velatorio, pero que solo creyó que estaba vivo cuando lo abrazó. Mientras tanto, el cuerpo al que se estaba velando pudo ser identificado y se investiga su asesinato.
Lo que no sabían los familiares era que se habían confundido, que el cadáver que habían identificado no era el de su hijo, sino el de un vagabundo que se le parecía mucho. Gilberto, no pasaba por su casa materna desde hacia varios meses, se enteró de la confusión cuando se encontró con un amigo que le avisó que se estaba celebrando su funeral.
“Un amigo me dijo que había un féretro y que yo estaba dentro. Entonces le dije, pero si yo estoy vivo, ¡pellízcame!” relató Gilberto. Intentó contactar por teléfono con su madre para avisar, pero la persona que respondió no creyó ni una palabra, pensando que se trataba de una broma macabra. Decidió entonces acudir personalmente a su propio funeral.
Al presentarse allí la sorpresa fue monumental para todos los asistentes, tanto que muchos se desmayaron y otros incluso salieron corriendo. "Hubo un gran susto, algunas niñas se cayeron, se desmayaron. La gente salió corriendo, la calle se llenó de motos y de coches", contó una vecina a la televisión.
Marina Santana, su madre, afirmó que se sintió fenomenal al ver a su hijo en el velatorio, pero que solo creyó que estaba vivo cuando lo abrazó. Mientras tanto, el cuerpo al que se estaba velando pudo ser identificado y se investiga su asesinato.
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