Los pacientes en estado vegetativo también sienten y sufren


No por encontrarse en estado vegetativo un paciente ha dejado de tener emociones ni suspende su actividad cerebral ante determinados estímulos. Sienten dolor y sufren, dentro del estado de consciencia mínima en que se encuentran. Esta es la novedosa perspectiva que abre el trabajo de un grupo de médicos encabezados por la doctora españolaDavinia Fernández-Espejo, que cifra los casos en que han advertido este comportamiento en entre un 15 y un 20 por ciento del total. «Es un porcentaje significativo», aclara, tras haber dado a conocer esta semana su ponencia en el XVII Congreso de la Sociedad Española de Neurocirugía, celebrado en la ciudad de Las Palmas.

Las experiencias se recogieron en un grupo de 30 pacientes en Barcelona y otro de unos 50 en Cambridge, y abren un nuevo horizonte no solo para la medicina sino también para los allegados al enfermo. «Nos hemos encontrado con que las familias son muy receptivas. Pensemos en que en la mayoría de los casos han estado varios años sin saber nada de estos pacientes y nosotros somos los primeros que les ofrecemos por fin alguna información sobre cómo se encuentran», explica.

El cerebro sí reacciona

Determinados avances, como la resonancia magnética funcional y otras herramientas de diagnóstico por imagen, permiten conocer cómo reacciona el cerebro de un paciente en coma o en estado vegetativo y si es capaz de entender las órdenes que se les dan.
Algunos de ellos, al pedirles que levanten un brazo físicamente no lo hacen, «pero sí su cerebro, que reacciona como el de una persona sana».
Estos pacientes no comparten una causa común de su dolencia: algunos han sufrido untraumatismo craneoencefálico tras un accidente y otros están en esta situación por unamala intervención quirúrgica o como consecuencia de otro tipo de patologías. «No sabemos todavía cuál es la lesión específica que permite este tipo de comportamientos. Por lo tanto, en estos momentos intentamos identificar las áreas del cerebro que son esenciales a la hora de dar con una diana terapéutica», detalla la neuropsicóloga.
Los electroencefalogramas y sus últimos avances también han permitido ahondar en este conocimiento. Al paciente se le coloca un gorro con receptores distribuidos por toda la zona craneal, capaces de captar su actividad eléctrica cerebral durante la prueba, ante diversos estímulos. «Son capaces de sentir dolor», afirma, porque ante pequeñas descargas eléctricas, hay una respuesta cerebral. Esto, según Fernández-Espejo, puede dar paso a una revisión «de las guías jurídicas y éticas, que datan de 2003», y podrían ser objeto de una actualización normativa.
«Con las pruebas que hemos hecho, tenemos alguna constancia de que nos entienden», dice convencida. Si estos estudios llegan a buen puerto, las posibilidades que se abren son las de cambiar el diagnóstico y el abordaje terapéutico: «A estos pacientes deberíamos entonces tratarlos de una manera especial», se los atendería, de alguna manera, mejor, «porque sería en función de unas necesidades que también conoceríamos mejor».

Por www.abc.es