El «señor Merkel», ejemplo de austeridad: de vacaciones en «low cost» junto a la canciller


A nadie sorprende en Alemania que el marido de la canciller Angela Merkel haya preferido ir en un vuelo «low cost» a Nápoles para pasar junto a su mujer unos días de vacaciones en la isla italiana de Ischia; a donde llegaron el pasado Viernes Santo y donde estarán hasta el día 13 en un hotel sin grandes lujos. El profesor de química de la Universidad Humboldt de Berlín y marido de la canciller, Joachim Sauer, es un conocido «Sparfuchs», un adicto al ahorro. Si Sauer hubiese viajado con Merkel, habría tenido que pagar 1.300 euros por el vuelo ya que, a pesar de ser un avión oficial, los viajes del consorte se considera en Alemania algo privado y deben pagarse del propio bolsillo.


Los Sauer-Merkel ―siguiendo la tradición alemana, la canciller lleva el apellido del marido, en su caso el del primero, el físico Ulrich Merkel― suele ir de vacaciones a Austria, al sur de Alemania o a Italia, y tiene gustos más bien modestos: la canciller viste siempre las mismas chaquetas, no cambiaron de residencia cuando Merkel llegó a la cancillería y a Sauer se le ve comprando en el supermercado como un ciudadano de a pie. Todo esto puede tener que ver también con el pasado germano-oriental de la pareja, donde evidentemente no existía la misma oferta comercial que en la vecina Alemania Occidental.

Víctimas
El profesor Sauer es un ejemplo de austeridad en tiempos de crisis y deja claro como funcionan las cosas en Alemania, la racionalidad científica por sobre todo: reglamentación, transparencia, orden y separación para evitar la corrupción, el fraude y los malos entendidos. Una visión que se vigila escrupulosamente: el exministro Karl Theodor zu Guttenberg o los expresidentes Horst Koehler y Christian Wulff han sido algunas víctimas escarmentadas mediáticamente.

Zu Guttenberg, exministro de Economía y luego de Defensa del gobierno de Merkel, renunció al descubrirse que su tesis doctoral fue plagiada en un 20%; mientras Koehler hizo lo suyo luego de declarar en una entrevista que la misión alemana en Afganistán era importante por motivos comerciales. El último en caer ha sido Wulff: recibió un crédito ventajoso para una casa y un amigo empresario le pagó unas vacaciones.

Tampoco sorprende que esta política busque irradiar al resto del mundo: la organización internacional más importante dedicada a combatir la corrupción política, Transparency International, tiene su sede central en Berlín.

Por www.abc.es