Porque el hormigón, el asfalto y las emisiones de gases convierten las ciudades en islas de calor con patrones climáticos distintos a los del campo que las rodea. Un ejemplo: según un estudio realizado por geógrafos de la Universidad Autónoma de Madrid, en esta ciudad se han detectado hasta 6 grados de diferencia entre la Puerta del Sol y el Puente de Segovia –distantes apenas 2 km– en noches invernales. Una de las consecuencias es que el calor sube a la atmósfera, causa mayor condensación y hace que llueva más.
Por www.muyinteresante.es